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aemd675
 
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Re: Compras por Internet. Venezuela

Fuente: Veneconomia

Algunos viajan a la vecina Aruba para jugar. Otros venden parte del poder de compra de sus tarjetas de crédito. Y aun otros cruzan la frontera con Colombia y venden productos subvencionados que compraron en Venezuela.

''Estamos hablando de varios millones de dólares diarios'', dijo Robert Bottome, editor del boletín VenEconomía, refiriéndose al comercio ilegal de dólares en esta nación de 27 millones de personas.

La idea detrás de todos los ardides es encontrar una forma de hacer ganancias entre la diferencia en la tasa oficial de cambio, 2,150 bolívares, el dólar y los cerca de 3,500 bolívares que se necesitan para comprar un dólar en el pujante mercado negro.

Uno de los ardides más innovadores es con tarjetas de crédito. Los cambistas compran de las personas los $3,000 que el gobierno aprueba en sus tarjetas de crédito para comprar artículos por internet o sus $5,000 permitidos para viajar todos los años.

Para llevar a cabo el truco, los cambistas montan compañías artificiales en el extranjero. Luego pueden usar la tarjeta de crédito en Venezuela para hacer compras de las compañías. El dinero va a las cuentas de las compañías en el extranjero que los cambistas pueden entonces traer a Venezuela y vender en el mercado negro, al tiempo que pagan la deuda de la tarjeta de crédito al precio oficial más bajo.

Un ejemplo: una ''compra'' de un radio de $100 costaría 215,000 bolívares. Pero esos $100 de vuelta a Caracas producirían cerca de 350,000 bolívares en el mercado negro.

''Es una cuestión de volumen'', dijo un negociante del mercado negro que no quiso dar su nombre para evitar persecución. ``El precio y el producto no importan... lo que importan son los dólares''.

Parecería extraño que personas en el quinto país productor de petróleo más grande del mundo estuvieran luchando por dólares, pero es una escena familiar aquí. Durante la época de precios altos los sucesivos gobiernos de Venezuela han gastado a diestra y siniestra, alimentando la inflación, y haciendo poco por aliviar la dependencia de importaciones extranjeras que apoyan una constante necesidad de dólares.
Las medidas para controlar este problema han variado pero nunca han tenido éxito y a veces han conducido a una extensa y mortífera violencia callejera.

A pesar de las promesas por romper con este patrón, Chávez parece estar repitiendo muchos de los mismos errores de sus predecesores y ahora se enfrenta a una inflación de 20 por ciento, la más alta en el hemisferio. Su actual política parece ser una que mezcla controles monetarios, recortes de impuestos, emisión de nuevos bonos, y permitir al menos que parte del mercado negro continúe libremente.

No ha funcionado. Los dólares continúan saliendo más rápidamente de lo que llegan --Venezuela registró una tasa negativa de Inversión Extranjera Directa el año pasado-- y la deuda del gobierno se ha disparado por las nubes.

Eso deja a la amplia mayoría de los venezolanos buscando dólares, a veces con la plétora de cambistas que ofrecen sus servicios frente a los edificios de la Asamblea Nacional.
''Muchos de mis clientes son políticos'', dijo Frank, un cambista que no quiso dar su nombre por miedo a afectar su negocio. ``Cambian entre $20,000 y $30,000 diarios''.

Esos que no tienen acceso a tanto efectivo tienen otras opciones.
Algunos compran productos subvencionados --desde arroz a petróleo-- en Venezuela y los venden en la vecina Colombia por pesos colombianos cada vez más fuertes.

Los que poseen tarjetas de crédito también van a lugares como Curazao y Aruba, a corta distancia de Venezuela por avión. Allí las usan para comprar fichas de póker, jugar unos cuantos partidos y luego convertir las fichas en dólares. Luego, esos dólares se ponen en cuentas de ahorros o se cambian en el mercado negro de Venezuela, mientras que la tarjeta de crédito se paga usando la tasa oficial.

El perdedor más claro en estos ardides es la economía de Venezuela, dice Bottome, de VenEconomía, especialmente cuando la inflación sube y las inversiones extranjeras se desploman.
''Cuando tienes en cuenta las cifras, la nación se está estafando a sí misma'', dijo