Todo esto de Bonito y Feo me ha traído a la mente una muy divertida situación laboral que tiene que ver con el diseño
y es esta en la que muestras lo mejor que se te ha ocurrido y el cliente te dice que no, que lo cambies, y las pautas de cambio para tu
apreciación son cutres, malas, contrarias a toda ética artística que tengas por lo cual lo cambias casi llorando y con ganas de vomitar...
Pero la parte más graciosa es que ese cliente te dice que "olvídate de esas ideas así todas refinadas y esos brillos y todo eso, lo que vende
es lo que te estoy diciendo y como yo piensan los montones de clientes que tengo".
Nunca mejor dicho "¿Cómo te quedó el ojo?
Slds, E