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Antiguo 06/09/2006, 05:03
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Puede parecer que JM Rosón Bravo pretende pasarte una minuta de “aquí te espero”, pero no, no lo creo. Aun siendo el abogado del diablo, no creo que tenga tan mala folla (expresión popular que utilizamos en mi tierra, y que sería sinónimo de “mala uva”, o “mala leche”). Estoy de acuerdo con su opinión, porque creo que es de cajón, pero con matices, con muchos matices.

Yo no me pondría a diseñar la estructura de un edificio para un tercero, de forma profesional, sin ser arquitecto, pero a lo mejor, como he estudiado sobre el tema en mis muchísimos ratos libres, y aunque no tenga mi licenciatura en arquitectura, mi experiencia como albañil (no se aceptan comparaciones con los personajes de la serie “Manos a la obra”) me permitiría saber de cargas, tolerancias de vigas, resistencias y fatigas de materiales, etc., etc., etc., y por eso me atrevería a diseñar una casita, en aquel terreno que compré por 20 duros. Para eso no, pero para todo lo demás, efectivamente están los arquitectos.

Por supuesto no saldría a la calle conduciendo el coche de un amigo, sin tener la formación teórica y práctica que te proporcionan en la autoescuela, y que demuestras con el correspondiente carnet de conducir, pero si me atrevería a coger el coche de mi amigo, para que me diera unas clases de conducción en ese terrenito del que hablaba antes, sin miedo a que se me calara el coche 35 veces, o sin miedo a que tuviese una "piña" contra el coche de delante (porque en ese terrenito solo estaría mi coche). Para eso no, pero para todo lo demás, efectivamente están las autoescuelas.

Como tengo mucho, pero que mucho tiempo libre, he aprendido a coserme un botón de la camisa (¡menudo logro!, dirán algunos), a planchar unos vaqueros (risas contenidas, de otros), o a prepararme un arroz a la cubana (sin la cubana, porque eso ya son extras), a saber como pulir el parachoques metálico de un Dodge del 68 hasta dejarlo níquel, o a cambiar un enchufe del cuarto de baño porque hay un cable suelto al que no le llega la corriente.

Para todo lo demás, Mastercard.

El amigo Rosón, ponía el ejemplo de la automedicación. Como dije antes, desde mi punto de vista, tiene razón, pero con matices, siempre con matices. Si me duele la cabeza, no iré al médico, porque sé que hay un producto cuyo nombre comercial es "aspirina", que me puede solucionar el tema. Si tengo una gripe tampoco iré, porque cada año me receta lo mismo, y como mi disponibilidad de tiempo es escasa (como me contradigo ¿?), prefiero bajar a la farmacia y comprar esos antigripales que mi médico me iba a recetar, en el caso de haber ido a verlo.

No entraré en el tema de las empresas competitivas, esas que buscan empleados polivalentes, y no especialistas, porque no es el caso, pero sí me gustaría mencionar, que un licenciado en derecho puede llegar a tener los mismos conocimientos de legislación sobre protección de datos, LSSI, obligaciones periódicas de un trabajador por cuenta propia, etc. (que supongo es lo que buscaba limboings), que la panadera o el peluquero de mi barrio. No entienda el amigo Rosón, que esto es un ataque contra su colectivo, porque lo mismo puede decirse de un ingeniero, de un profesor, o de un mecánico (los hay que de electricidad no tienen ni idea, y los hay que de plancha y pintura no han oído hablar en la vida). Es más, como bien sabe el amigo Rosón, un abogado especialista en familia, en penal, en administrativo, o hasta incluso en mercantil, puede encogerse de hombros cuando le preguntas como se calcula la deducción por reinversión de beneficios, en el impuesto sobre sociedades, o cual es el cambio sustancial que introdujo el Real Decreto 1496/2003, de 28 de noviembre, relativo a las obligaciones de facturación de todo empresario o profesional. Quizás un abogado especialista en derecho tributario tenga la respuesta, pero también la tiene un economista, o un diplomado en ciencias empresariales, especialistas en tributación.

Es cierto que una ley (o norma, en general), no con solo hay que leerla, sino que hay que saber interpretarla. Hay que buscar el espíritu de la norma, aquel que el legislador pretende transmitir (esto parece sacado, de primer curso de derecho). No obstante, el sentido común, el análisis, la reflexión, y el compartir opiniones con otros colegas, son en la mayoría de los casos, más que suficientes para interpretar una norma, pues estas no suelen llegar a ser jeroglíficos indescifrables.

Además de todo lo comentado, forma parte del ser humano, el ser curioso, y el ser ávido de conocimientos (lo cual no es sinónimo, de que nos guste estudiar), por eso no está de más, que para mi uso personal, sepa que cada año tengo que hacer mi declaración del IRPF, sepa porqué cuando suben los tipos de interés, baja la bolsa y disminuye el consumo, sepa porqué se producen las mareas, sepa que es una tendinitis del manguito de los rotadores, o sepa cual es la mejor época del año para plantar judías y ajos en un trocito de ese terreno donde acabo de joderle un palier al coche de mi amigo (porque también he aprendido qué es un palier, y como cargármelo).

En resumen, todo depende del uso que se vaya a hacer, a esa información que se busca. Si es para su uso personal, y las consecuencias de un error no van a ser fatídicas o irreparables, yo optaría por leer (estudiar, investigar, analizar, etc), y compartir, debatir, y preguntar mis inquietudes con otros colegas (o incluso, con “no colegas” de profesión), ya sea por ejemplo en un foro, en una reunión de amigos, o en el despacho del asesor fiscal, porque este último puede que tenga una opinión distinta a la mía.

Como reza ese dicho castellano: Todo depende del cristal con que se mire.

Salu2, y perdón por el tostón, pero es que hoy tenía un poco de tiempo libre (¿?).